En todo ambiente organizacional, hablar de “estrategia” suena grandilocuente. Por eso, la primera vez que nos invitan a formar parte de una “planeación estratégica”, sentimos como si fuéramos a redefinir la historia. Sin embargo, conforme acumulamos algo de experiencia participando en esos ejercicios estratégicos, es probable que empecemos a verlos como una pérdida de tiempo (aunque nos cueste admitirlo en público).
Muchas veces, la planeación estratégica queda reducida a una rutina cíclica, burocrática y carente de impacto real; una serie de eventos obligatorios en los que los equipos fingimos estar formulando “planes revolucionarios” mientras revisamos cifras del año pasado. Así, la estrategia pierde su esencia y se convierte en una tabla de Excel que pocos revisan después de su aprobación.
Roger Martin – una de las personas que más saben sobre estrategia en la actualidad– nos enfrenta a la dura realidad: el proceso de planeación tradicional no es más que un juego de números, una receta para el fracaso disfrazada de rigor metodológico. Su problema radica en que rara vez involucra decisiones auténticas; es solo una planificación para ejecutar lo de siempre con pequeños ajustes. En lugar de enfocarse en decisiones valientes y diferenciadoras, se convierte en una serie de actividades internas desprovistas de orientación hacia el cliente o hacia una ventaja competitiva. ¿Quién quiere enfrentarse a riesgos reales si los números pueden proyectarse cómodamente en la misma tendencia de siempre?
Entonces, ¿cómo hacer que la estrategia importe otra vez? Para nosotros en VUCA, la respuesta no es simple, pero sí estimulante: agilidad, prototipado y testeo. Ya no se trata de anticipar y controlar cada variable, sino de construir un modelo de estrategia ágil que permita hacer pruebas, iterar y aprender sobre la marcha. En lugar de diseñar planes fijos y detallados, es más efectivo (y realista) abordar la estrategia con una mentalidad de experimentación continua. Si un líder estratégico aspira a competir en un mercado volátil, necesita validar sus ideas a pequeña escala antes de invertir a gran escala.
Como todo lo que hacemos en VUCA, al hablar de estrategia buscamos no una receta perfecta sino un método confiable. replicable y funcional. Primero, identificar tendencias y diseñar futuros posibles; luego, desarrollar prototipos de esos futuros, testear con usuarios y recoger retroalimentación. Suena más sencillo de lo que es, y no precisamente porque la metodología sea compleja, sino porque nos invita a abandonar el planeamiento lineal y entrar en un proceso de aprendizaje activo, donde los errores son guías hacia el éxito y no puntos de fracaso.
Este enfoque iterativo puede tomar forma con un Strategy Sprint, una metodología que adopta la agilidad para construir y validar una estrategia sin la parafernalia habitual. Un Strategy Sprint implica reunir a los líderes y tomadores de decisiones para definir rápidamente hipótesis estratégicas, prototiparlas y, sobre todo, someterlas a la prueba de realidad mediante tests rápidos que validen su eficacia antes de comprometer recursos masivos.
El Strategy Sprint deja de lado la solemnidad de la planeación tradicional y, en su lugar, permite avanzar rápidamente hacia resultados tangibles. No se trata solo de elaborar hipótesis: se trata de ejecutar, recibir retroalimentación y ajustar en tiempo real. Con esta metodología, las organizaciones pueden evitar las largas y tediosas sesiones de planeación que suelen quedarse atrapadas en debates sin salida y, en cambio, ganar claridad y enfoque en un corto período de tiempo.
Merz Aesthetics es una compañía líder en medicina estética. Hace unos meses, su división Latam que necesitaba redefinir su enfoque estratégico con miras a los siguientes 3 años, en un mercado altamente competitivo. Para eso, confiaron en VUCA para facilitar un proceso de co creación en el que participaron más de 50 líderes y altos potenciales de todas las filiales de la región.
En lugar de limitarnos a desarrollar una estrategia en abstracto, invitamos a Merz a sumergirse en el proceso del Strategy Sprint para enfrentar sus desafíos con un enfoque ágil y colaborativo. Trabajando en talleres intensivos de co-creación logramos que sus equipos de alto potencial identificaran problemas críticos y desarrollaran proyectos estratégicos con visión y practicidad.
El resultado: un conjunto de proyectos transformadores basados en un prototipado ágil y en una visión centrada en el cliente. Durante este proceso, Merz no solo definió su norte estratégico, sino que construyó prototipos de iniciativas que respondieron a necesidades reales de sus clientes y empleados. La estrategia pasó de ser un plan para ser ejecutado “algún día” a una serie de acciones con impacto inmediato, respaldadas por un roadmap claro y validado.
El Strategy Sprint con Merz Aesthetics Latam demuestra que la estrategia puede ser ágil, relevante y alineada con el contexto real. Es una experiencia en la que los equipos salen con más que ideas abstractas: salen con pruebas concretas de lo que funciona y de lo que, francamente, debe descartarse. En lugar de quedar atrapados en una danza de métricas inertes, se movilizan hacia resultados concretos que transforman la cultura organizacional.
Es hora de redefinir la planeación estratégica y admitir que la metodología tradicional ha perdido su capacidad para guiar a las organizaciones en entornos volátiles. Con una mentalidad de prototipado y experimentación, es posible construir una estrategia viva, que evoluciona y se adapta en función de las respuestas del mercado y del cliente.
La ironía es clara: la estrategia más efectiva hoy en día es aquella que no busca ser perfecta desde el principio, sino la que se atreve a crecer, cambiar y, sí, también a fallar. Porque en el fracaso hay aprendizaje, y en el aprendizaje se construye la verdadera ventaja competitiva.