En un mundo donde las organizaciones compiten por el mejor talento, la forma en que nos comunicamos puede ser el factor diferencial.

Por Mariano Muñiz

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La cultura organizacional ya no se construye solo con políticas internas ni grandes campañas de employer branding. Hoy, empieza en algo tan simple —y tan complejo— como las palabras que usamos todos los días.

En un entorno laboral que cambia a velocidad vertiginosa, hablar de bienestar, equidad, propósito o flexibilidad no es solo una cuestión de moda: es una necesidad estratégica. Las personas ya no quieren trabajar para una empresa. Quieren trabajar con una cultura que las represente. Y esa cultura se comunica.

¿Qué dice (realmente) la forma en que hablamos?

En comunicación corporativa solemos repetir una frase: "Las palabras crean mundos". Pero en Recursos Humanos, esa afirmación cobra una fuerza especial.

Los estudios lo respaldan: según el informe “Top Work Trends” de Microsoft (2023), el 62% de los empleados asegura que el lenguaje utilizado por sus líderes afecta directamente su motivación y percepción del clima laboral.

Y tiene sentido. No es lo mismo recibir una devolución que diga "Esto está mal hecho", a otra que diga "Veamos cómo podemos mejorar esto juntos". Ambas comunican lo mismo, pero sus efectos son completamente distintos.

Las nuevas reglas del juego: empatía, escucha y consistencia

Hoy, los equipos de RRHH tienen una misión clave: ayudar a las organizaciones a encontrar un lenguaje que sea coherente con los valores que dicen promover. ¿Hablamos de empatía pero usamos e-mails fríos y verticalistas? ¿Promovemos el bienestar, pero cada mensaje está lleno de presión y urgencias innecesarias?

El reto no es solo lingüístico. Es cultural.

Y es ahí donde la comunicación interna —una de las áreas más olvidadas durante años— se vuelve protagonista. No alcanza con atraer talento. Hay que conversar con él. Generar vínculos de verdad. Invertir en escucha activa. Crear espacios donde las personas sientan que su voz tiene un lugar.

¿Qué podemos hacer desde RRHH?

• Auditar los canales de comunicación interna: ¿qué tono usamos?, ¿qué palabras predominan?, ¿reflejan nuestros valores?
  
  
• Capacitar líderes en comunicación empática y clara.
  
  
• Co-crear con los equipos una nueva narrativa organizacional, que los incluya y los represente.
  
  

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En definitiva: el futuro del trabajo también se escribe.
Y desde RRHH, tenemos la oportunidad —y la responsabilidad— de elegir cómo queremos contarlo.

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